RICARDO LUGO, TEJIENDO EN LO FINO

Columna | Opinión Personal 🦗

📌 El avance político de Ricardo Lugo no ha sido casualidad ni golpe de suerte. Su ascenso ha sido estratégico, silencioso, pero firme. Sin reflectores innecesarios ni discursos vacíos, el hoy Delegado de Gobernación en Sonora se perfila como una de las figuras con mayor proyección en el estado.

Por donde se le busque, el futuro de Ricardo Lugo es ese que muchos políticos anhelan, el que pocos alcanzan y que, para lograrlo, muchos se desgarrarían las vestiduras. Es Senador suplente de Heriberto Aguilar y también Delegado federal de Gobernación, el cargo más alto en representación del Gobierno de México en el estado.

Su trayectoria ha sido tan veloz como meticulosa: de encabezar el Deporte Municipal, pasó a ser Secretario del 28 Ayuntamiento; luego fue candidato y electo como Diputado local por Morena. Más tarde, el salto al Senado. Y ahora, con un escritorio en la Secretaría de Gobernación, su presencia está en la política estatal, pero con los pies bien puestos en San Luis Río Colorado.

Desde que comencé a observar su crecimiento político, me pregunté qué había detrás: ¿trabajo? ¿lealtad? ¿saberse mover? Sí, pero también algo más fino. Lugo no es un político de selfies ni frases hechas. Su estrategia no va en los discursos, va en los pasos calculados, en los silencios oportunos, en moverse donde hay que moverse y callar donde conviene. Sabe tejer —como decimos en el argot político— en lo fino.

El futuro político para Ricardo Lugo tiene varias rutas, y ninguna es cuesta abajo. Una de ellas es que Heriberto Aguilar regrese a Sonora con miras a una eventual candidatura a la gubernatura en 2027, lo que dejaría a Lugo como Senador en turno durante el resto del sexenio.

La otra, quizá más cercana al corazón de su tierra, es buscar la candidatura a la Alcaldía de San Luis Río Colorado, donde goza de reconocimiento, estructura y simpatía ciudadana.

Sin embargo, hay algo que él repite con calma: no hay prisa. Dice que se mueve a los tiempos del movimiento de transformación, que no se desespera, que no pierde el enfoque.

Esa también es una virtud: no adelantarse, no precipitarse, no dejarse arrastrar por el ansia de poder.

Lugo va tejiendo. No grita, no presume. Y mientras muchos se desgastan tratando de figurar, él construye futuro en silencio, con hilo fino y aguja firme.

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