Por más cómodo que parezca el respaldo que hoy rodea al Presidente Municipal Iván Sandoval, hay síntomas silenciosos que deberían preocuparle. No todos los aliados lo son por convicción. Algunos simplemente están donde sopla el viento, donde hay recursos y la posibilidad de seguir siendo operadores útiles para quien tenga el poder. Son los mismos que ante la menor sacudida, serán los primeros en bajarse del barco, negarlo, y hasta traicionarlo.
Si Iván quiere saber qué tan firme es su lugar dentro de la estructura de Morena, no necesita encuestas para un primer pulso real. Solo tiene que observar a esos personajes que ahora lo rodean: si aún están ahí, es porque ven futuro, oportunidad. Pero si empiezan a moverse, a coquetear con otros grupos, incluso con la oposición, entonces es momento de encender las alertas.
Estos personajes son expertos en navegar gobiernos, en operar campañas, en saber qué decir y a quién, sin importar si quitan a alguien de un lugar que por derecho les corresponde. Dentro del poder son eficaces, pero fuera de él, no existen. Y por eso, sobreviven a cualquier cambio de camiseta. La lealtad nunca fue parte del trato; lo que importa es permanecer en el juego.
Uno de ellos es “El George”, quien desde el primer gobierno de Enrique Reina ya mostraba su vocación por el doble juego. Ahí traicionó al ingeniero entregando listados electorales a la oposición interna en el PAN. Después, a los años, cuando Lina Acosta fue diputada local le sostuvo un sueldo, y aun así, en la víspera de su campaña a un siguiente cargo, sin avisar, él la abandonó para irse con Everardo López. Más tarde, haría lo mismo con Everardo, dejando tirado el trabajo el día “D”, luego se cambió de camisa para apoyar a la campaña de Santos González, quien ganó la elección. El premio fue una posición en el nuevo gobierno. Hoy, como si nada, se presume militante morenista.
Estos personajes no se van, se deslizan. No se rebelan, se adaptan. Y cuando el ciclo del poder da la vuelta, regresan al lugar donde puedan seguir sirviéndose.
Presidente, no solo hay que cuidarse de los adversarios visibles, sino de quienes desde dentro, lo están usando como trampolín. Cuídese de quienes hoy visten su camiseta, pero mañana llevarán la de su rival. Cuídese de los que, con su cercanía, están obteniendo información porque esa es su verdadera moneda de cambio.
La traición no se planea, se ensaya.