Cuatro errores en treinta segundos bastaron para mostrar que Javier Lamarque no domina ni los nombres ni los lugares, y mucho menos el hilo de su propio discurso. Su memoria parece tan frágil como su aspiración al poder.
Por Luis Carlos Bravo / Opinión personal
San Luis Río Colorado, Sonora.– La política debería ser un ejercicio de lucidez, no de reflejos tardíos. Durante la visita del presidente municipal de Cajeme, Javier Lamarque, a San Luis Río Colorado —acompañado por la senadora Lorenia Valles—, quedó grabado un episodio que ya todos vimos y que difícilmente se olvida: en menos de treinta segundos, el aspirante a la gubernatura de Sonora cometió cuatro errores, uno tras otro, frente a cámaras. Confundió nombres, cargos y hasta la ciudad en la que estaba parado. Cuatro fallas que, más allá de lo anecdótico, apelan directamente a su capacidad de concentración, de memoria y de lucidez mental.
No se trata de burla, ni de un acto de edadismo, es decir, de atacar a una persona por su propia edad, sino de sentido común. Javier Lamarque tiene 72 años, y si logra su propósito en 2027, llegaría al poder con 74, para concluir su mandato con 80. En un contexto global donde la política también ha mostrado señales de agotamiento físico e intelectual en sus líderes, no es descabellado preguntarse por la capacidad real para gobernar. El propio Joe Biden, expresidente de Estados Unidos, reconoció públicamente que la edad representó límites en su energía y atención, lo que lo llevó a delegar con mayor frecuencia y apoyarse en su equipo para mantener la estabilidad de su administración.
Y si eso ocurre en la primera potencia del mundo, Sonora podría estar frente a su propio “Peña Nieto del noroeste”, porque lo que vimos en San Luis fue más que un lapsus: fue una secuencia de errores tan evidentes como los del expresidente Enrique Peña Nieto, cuyos tropiezos discursivos se convirtieron en sinónimo de confusión, torpeza y distracción.
Y es que el cuarto error de Lamarque no fue menor: después de llamar “Iván” a Ricardo Lugo (por Ivan Sandoval, presidente Municipal de nuestro querido San Luis), luego referirse a él como “diputado”, cuando actualmente es Delegado federal de Gobernación en Sonora y de ubicarse en Hermosillo, terminó diciendo que se encontraba en Caborca, cuando todo sucedía en San Luis Río Colorado.
Los lapsos pueden ser humanos, pero la política no puede depender de la memoria frágil. Gobernar exige reflejos, juicio, coherencia y una mente despierta. Si un aspirante pierde el hilo en treinta segundos, ¿qué pasará en seis años de gobierno? En política, los olvidos no se justifican con aplausos. Porque el poder, cuando llega sin lucidez, no solo envejece a quien lo ejerce… también envejece a todo un pueblo.
Estoy seguro de que el equipo de comunicación, su círculo cercano e incluso el propio Javier Lamarque comprendieron, al ver el video, que aquel episodio fue más una vergüenza que una visita productiva. Estoy convencido de que, si pudieran, hubiesen preferido no venir. Porque dicha sea la verdad, la visita fue innecesaria y totalmente opacada por la senadora Lorenia Valles, quien desde el templete dio cátedra de presencia, de mensaje, de oratoria y de dominio en relaciones públicas. Ella sí supo dónde estaba parada.
ACTUALIZACIÓN:
En la versión original de esta columna se mencionó que la próxima gubernatura de Sonora tendría una duración de seis años. La información correcta es que dicho periodo será de tres años, por lo que la edad que tendría al concluir su mandato también se reduce en la misma proporción.





